• Cuando lee, se acerca o aleja excesivamente del papel.
• Aparta la vista del papel con frecuencia.
• Entrecierra los párpados para mirar.
• Se frota continuamente los ojos.
• Tuerce la cabeza a ambos lados con frecuencia al leer.
• Tiene los ojos llorosos.
• Padece frecuentemente dolores de cabeza.
• Se le enrojecen los ojos.
• El sol le causa molestias o le cuesta adaptarse a la oscuridad.
• Se resiste a la oclusión de uno de sus ojos, irritándose.

En cualquiera de estos casos, sólo con detectar uno de las anteriores, es recomendable la visita al óptico para prevenir defectos visuales. Por ello, es aconsejable realizar evaluaciones optométricas al año, 3 años y 5 años, coincidiendo con las etapas en que el niño está sometido a diferentes exigencias visuales.

Para cada edad disponemos de tests específicos que nos ayudan a evaluar el funcionamiento del sistema visual del niño.